Kung fu

Me levanto con la vibración de la pulsera y me deslizo de la cama sigiloso como una tormenta de verano (con un ruido constante que no molesta demasiado, pero con súbitos sonidos atronadores). De algún modo, cuando salgo de la habitación mi mujer y mis dos adorables encarnaciones del mal hijos siguen dormidos.

Hoy el agua fría tensa una musculatura tensa por los dolores propios de quien el día anterior ha hecho más ejercicio al nivel que desearía que tuviese su cuerpo y no al nivel que realmente tiene.
He retomado la actividad física y estoy pagando mi soberbia con dolor físico. Tampoco ayudó que cuando pensaba parar porque no podía más, sonara el tema motivador definitivo para aquellos que creen que están al final del camino.

Me vine arriba y el problema de venirse arriba es que subes más alto de lo que deberías. Citando a Rincewind, uno de los personajes estrella del maestro Terry Pratchett: "No me dan miedo las alturas, me dan miedo los suelos, es el suelo lo que te mata".

Por fortuna, no he caído al suelo, sólo me duele un poco el cuerpo porque he pasado mucho tiempo haciendo el vago y ahora me he pasado de bruto. Lo que sí puedo decir es que hay una mejoría, me noto más enérgico y muchísimo más sano.

Y ahora, después de un rodeo característico de mi persona, que usa el medio de la palabra como propósito en sí mismo, voy al tema que mencionaba en el título: Kung fu.

No voy a hablar de chinos que vuelan y son capaces de matar a docenas de otros chinos que vuelan menos con espadas que parecen de plástico, aunque es un tema que está en la calle, interesa y es susceptible de generar argumentos para un largo discurso.

Voy a hablar del significado original: Trabajo duro, práctica. La expresión, palabra o lo que sea en el idioma de la tierra que nos dio móviles más baratos y que buena parte de las veces son hasta mejores, del país que utiliza todo el carbón que París no dejaba quemar a Trump , de la región que contiene un séptimo de la población mundial, tiene un sentido asociado a las artes marciales por aquello la imprenta.

¿Que qué tiene que ver la imprenta con el Kung fu?

Los monjes europeos no tenían imprenta y no participaban en la guerra, así que se dedicaban a copiar libros. Los monjes chinos no tenían nada que hacer y vivían en una serie de reinos divididos azotados por la guerra y los bandidos.

Con tanto tiempo libre y la expectativa de un ataque, estos señores no hacían más que curtirse a ensaladas de bofetadas día sí día también. Y eso era trabajo, esfuerzo y dedicación.

No voy a decir que eso se ha perdido, eso es cosa de insensatos. Voy a decir que es algo que conviene repasar y tener claro para poder salir adelante en este mundo que a veces consiste en matar o morir.

Y al que me diga que se ha perdido la noción de que hay que trabajar duro para lograr algo y que los de su generación sí que conocieron el esfuerzo, les digo lo de siempre: Os hacéis viejos de la misma forma que todos los quejicas de la historia, con la diferencia de que vosotros contáis con información abundante que demuestra que cada generación pensó lo mismo de la siguiente. Nos os culpo, es fácil recordar a los que se esforzaron y olvidar a los mediocres de tiempos pasados, mientras que a los mediocres de ahora los tienes delante y a los que se están esforzando sólo los verás cuando logren lo que se proponen.

El caso es que si los monjes chinos llegaron a ser mundialmente famosos por su Kung fu, era porque hacían Kung fu. Suena estúpido, incluso teniendo en cuenta que con la primera mención me refiero al arte marcial y con la segunda al significado antiguo.

Casi nunca se consigue nada en la vida sin sudar la frente y si se consigue, con frecuencia se pierde si uno no empieza a dar el callo tras ello. Servidor es contrario a los concursos de talentos, pero sólo hay que mirar a los triunfitos, la mayoría de ellos han desaparecido olvidados por la falible e inmisericorde memoria popular, pero algunos que no nombraré y uno en especial que ni siquiera ganó en su "promoción", sigue haciendo gorgoritos a base de sudar la camiseta.

Se dice en mi tierra, no sé si en la vuestra, que cortando huevos se aprende a castrar. No podría estar más de acuerdo y aunque resulte obvio, quise dedicar un minuto a hablar de ello tomando un desvío en el camino.

Hale, a trabajar en ser felices.

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