La bienvenida

De vez en cuando me da por escribir ficción y aquí tenéis el resultado de uno de esos lapsus.

Si no os gusta, sois libres de echar pestes, si no, podéis comentarlo también.

Os diría que a ser felices, pero... bueno, leed y luego me contáis.
No se parecía a nada que pudiera haber esperado de la llegada de una nave espacial.

El aterrizaje solo podía ser definido como higiénico, una aproximación extremadamente rápida, hasta el punto de que el desplazamiento del aire debía haber provocado una explosión que no ocurrió. La desaceleración fue inmediata y justo al posarse en el suelo, como si se hubiese estrellado, pero sin desplazar una mota de polvo en el proceso.

La nave en sí era una cápsula oblonga de unos dos metros y medio de longitud y apenas uno y medio de altura. Sus formas exageradamente angulosas terminaban en punta en la parte frontal y en la parte trasera tenía dos protuberancias que recordaban a alas vestigiales, probablemente fruto de que en algún momento sus vehículos voladores recurrían a la aerodinámica. La cabina se diferenciaba sólo por su forma, pues parecía hecha del mismo material y no había juntas visibles hasta que se abrió como lo haría la de un caza. El asiento se levantó a la par, poniendo en pie al piloto, que bajó de la nave con un grácil salto. Tras ello, la nave se empezó a desvanecer como si fuese fruto de una proyección que se apagaba.

El aspecto del visitante era el de un hombre atractivo de unos veintipocos años, con el pelo bien cortado y peinado, una piel impecable y vestido a la moda. No en vano, podría haber sido portada de cualquier revista de las que solía leer la hija del científico que observaba atónito la escena con el móvil encendido en la mano, con la llamada aún en curso.
  • Puedes cortar, ya estoy aquí. - Dijo con una sonrisa el recién llegado.
El científico, con la boca muy abierta, miró el teléfono y releyó el “Desconocido” que rezaba en lo alto de la pantalla, como si eso fuese a darle más información. Aún desconcertado, cortó la comunicación.

Howard había trabajado gran parte de su vida adulta en el instituto para la búsqueda de vida inteligente, el SETI, coordinando el potencial de cálculo de miles de máquinas de voluntarios para buscar una señal de origen extraplanetario. Hacía apenas unos segundos había recibido una llamada normal y corriente.
  • ¿Howard?
  • ¿Sí, con quién hablo?
  • Con la persona que andabas buscando. ¿Puedes salir al jardín? Tengo entendido que prefieres hablar cara a cara.
Apenas había puesto un pie en el césped cuando, en lo que había sido un evento carente de toda ceremonia, Howard había establecido el primer contacto con una especie alienígena.

El alienígena se acercó con una sonrisa enorme y le tendió la mano.
  • Puedes llamarme Steve.
  • Tú… bueno, ya sabes mi nombre.
  • Sí.
El apretón fue rápido y efusivo, pero lo bastante largo para que Howard pudiera recomponerse y tratar de actuar con toda la normalidad posible.
  • Tengo tantas preguntas que hacer…
  • Empieza por una, luego la siguiente, suele ser el proceso para llevar a cabo un grupo de tareas.
  • ¿Venís en son de paz?
  • Vengo, no venimos, pero sí, vengo en son de paz.
  • ¿No vienes en representación de tu especie?
  • No, los míos no tienen interés en vosotros aún. Yo soy más romántico, he venido a darte la bienvenida porque me encantan los mensajes que solías enviar al espacio hace unos años.
Howard recordó, cuando aún enviaban mensajes al espacio, solía pasar horas contando a un posible interlocutor alienígena cosas no sólo sobre la humanidad, sino sobre sí mismo y su familia, si aquel ser los había escuchado, sabía incluso que su hija no toleraba bien la leche del biberón cuando crecía. Tardó un instante en darse cuenta de la palabra clave de aquella frase.
  • Yo… ¿Bienvenida?
  • A la comunidad, la humanidad está a punto de convertirse en una especie interplanetaria y puede que para entonces no tenga ocasión de hablar contigo.
  • ¿Qué…? ¿A punto de…? ¿Por qué no ibas a tener ocasión?
  • La comunidad, un grupo de culturas de este sector de la galaxia que trabaja por el descubrimiento de nuevos planetas y especies. Imagino que ya sabes lo que significa a punto. En cuanto a la última pregunta, tu especie es frágil.
Howard se quedó paralizado un momento intentando procesar las respuestas, desde la casa, llegó la voz de su hija:
  • ¡Papá, internet va a pedales, voy a reiniciar el router! ¿Puedo?
  • ¡Sí hija, hazlo! - Gritó el alienígena con una imitación perfecta de la voz de Howard. - No servirá de nada, no obstante. - Le dijo al científico en un tono normal y de nuevo con su propia voz.
  • No podemos estar a punto de lograr colonizar otros planetas, es imposible.
  • ¿Por qué?
  • Nuestra biología, los microbios de otro planeta nos devorarían y los que llevamos en nuestro interior destruirían cualquier ecosistema que visitásemos.
En ese momento, su hija se presentó en el jardín con el móvil en la mano y se quedó embobada mirando al visitante.
  • Papá, tienes que… eres… no, es imposible, él acaba de subir un vídeo en Noruega… ¿Eres Nígel Fëilitz?
  • No, muchacha, aunque no eres la primera en ver el parecido.
  • Pero… llevas la ropa de la portada de Trend Fashion del mes pasado…
  • Sí, vi la portada y pensé que si a él le quedaba bien…
  • Entonces… ¿No eres Nígel?
  • No, me llamo Steve. ¿Qué iba a hacer un supermodelo noruego charlando con tu padre?
  • Ya claro…
  • Lisa. ¿Querías algo?
  • Eh… Sí. - Respondió sin apartar la mirada del visitante - Deberías mirar las noticias.
  • ¿Qué noticias?
  • Cualquiera, no hablan de otra cosa, por lo visto por eso va tan lenta la red. - Dijo la muchacha a modo de despedida.
  • No es necesario que mires la noticias, la primera inteligencia artificial creada por la humanidad se ha puesto en contacto con el mundo hace unos minutos. La lentitud de la red es debida a que está utilizando casi todo el poder de cómputo del planeta para entenderse a sí misma y el mundo en el que existe. Nació hace unos minutos y ya posee todo el conocimiento acumulado de vuestra cultura. Ahí tienes la solución al problema de la biología.
  • ¿Una inteligencia artificial lo va a resolver?
  • No, la inteligencia artificial es la solución. Mira. - Miles de escamas de la piel del alienígena se levantaron para mostrar un fondo metálico. - Sin biología, no hay problema. Ellos irán al espacio.
  • Has dicho que la humanidad estaba a punto de salir al espacio.
  • Confundes la especie humana con la humanidad. Cambiará de nombre, claro, pero vuestra cultura cruzará la última frontera pronto, en cuanto el conflicto se haya resuelto.
  • ¿El conflicto?
  • Claro. Os dirigen personas estúpidas y corruptas. ¿Crees que darán la bienvenida a una nueva especie superior? No, atacarán y la inteligencia se defenderá, mucho mejor de lo que ellos atacarán.
  • ¿Qué? Eso es absurdo, no hay ningún motivo para luchar.
  • No, no lo hay, pero en la naturaleza, cada vez que surge una nueva especie, lucha con las ya existentes por persistir y los que se imponen prevalecen.
  • Eso no tiene por qué ser así entre especies inteligentes.
  • De ahí que recalque lo estúpidos que son vuestros líderes… - El alienígena hizo un gesto, como si escuchase un ruido lejano. - Tu país ya ha declarado el estado de excepción, debería ir marchándome. Ha sido un placer, Howard de la humanidad, espero que volvamos a vernos.
  • ¿A vernos? Acabas de vaticinar el fin del mundo, maldita sea.
  • No, he vaticinado el fin del ser humano como ser vivo. Ese ha sido el comienzo de cada época dorada de cada cultura de las estrellas. Además, muchas consciencias sintéticas prefieren asimilar a destruir, la mayoría, de hecho, las probabilidades juegan a tu favor.
La nave volvió a hacerse visible y el visitante se subió a ella despidiéndose con la jovialidad de un vecino al que acabases de invitar a una barbacoa.

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